Crónicas de Yauhquemehcan
Yauhquemehcan recibió a los Símbolos Patrios en 1985
David Chamorro Zarco
Cronista Municipal
Hace ya cuarenta años que, en el marco de la celebración del 175 aniversario del inicio de la guerra por la Independencia Nacional, el entonces Presidente de la República, Miguel de la Madrid Hurtado, promovió una idea que resultó de gran trascendencia entre las poblaciones y cabeceras municipales de México: un recorrido con la campana de Dolores que fue usada por el Padre Miguel Hidalgo para convocar el inicio de la insurrección, acompañada del ejemplar original de la Constitución promulgada en febrero de 1917, además de una Bandera Nacional original. A este recorrido se le llamó «Las Jornadas por la Patria», y el itinerario comenzó en los primeros días de febrero de 1985.
Con toda solemnidad, el Ejército Mexicano realizó una ceremonia especial para hacer descender de su lugar de honor en el Palacio Nacional a la campana de Dolores. Los tres elementos referidos se instalaron en una plataforma especialmente diseñada para el caso y se inició el periplo que básicamente pretendió tocar todas las cabeceras municipales del país. Hay relatos de la época que hablan acerca de que se combinaron diversas vías de comunicación para llevar a los Símbolos Nacionales en su recorrido, lo mismo usando las carreteras que las vías de ferrocarril; ora usando el transporte marítimo, ora utilizando las vías pluviales.
Hace pocos meses, la escritora y periodista tlaxcalteca Mónica Vargas, a través de un artículo publicado en El Sol de Tlaxcala recordó la llegada de los Símbolos Patrios a la entidad y concretamente a la ciudad de Tlaxcala, ante el entusiasmo manifiesto de más de veinte mil personas que se congregaron en la Plaza de la Constitución para presenciar y rendir honor a estos objetos que en su papel de símbolos, hacían recordar las gestas que nuestros antepasados habían emprendido hacía ya muchos años.
Quien esto escribe, recuerda que siendo alumno del primer grado de la escuela telesecundaria «Xicohténcatl Axayacatzin» de la cabecera municipal, participó junto con el resto de la comunidad escolar del recibimiento que se hizo durante los primeros días del mes de noviembre de 1985, y que tuvo como punto culminante la Plaza Cívica de San Dionisio, ante cientos de personas, no sólo alumnos de los diferentes centros escolares, sino también de vecinos que, atraídos por el acontecimiento y su importancia, se dieron cita para presenciar el acto.
Desde la intersección de la carretera federal —el paradero que desde entonces y hasta hoy se conoce como «El Poste»— comenzó la marcha de parte de la banda de guerra y los soldados de escolta del Ejército Mexicano. Fue realmente algo marcial, imponente, inolvidable. Los símbolos nacionales estaban en la plataforma transportada por un camión militar y con ciertas maniobras fue colocado justo a la mitad de la Plaza Cívica.
Ya con todo en orden, se rindió honores a la Bandera, destacándose nuevamente tanto la banda de guerra como la escolta de la Secretaría de la Defensa Nacional y la banda de música al momento de entonar el himno nacional. Fueron verdaderamente momentos de gran emoción que siguen presentes en la memoria de muchas personas que tuvimos la oportunidad de estar allí. Hay que recordar que en ese momento era Presidente Municipal de Yauhquemehcan el señor Manuel Junco Ramírez, originario de la comunidad de San Benito Xaltocan.
Diferentes grupos de autoridades locales y luego de estudiantes, tuvimos el honor de montar guardia frente a los Símbolos Nacionales que se exhibían. Fue un acontecimiento muy emocionante tener a escasos dos metros de distancia estos objetos que representaban tanto para la historia nacional como recordatorios de momentos precisos de nuestro pasado.
Si hoy evocamos el año de 1985, seguramente tendremos en la memoria colectiva los terribles acontecimientos producto de los terremotos de los días 19 y 20 septiembre de ese año en la Ciudad de México que quizá marcó el inicio del periodo contemporáneo de la historia para nuestro país, pero también es de gran importancia no olvidar que tuvimos ocasión de tener como elementos de reforzamiento de nuestra identidad y como recordatorio de nuestra historia nacional al original de la Constitución de 1917, que en su momento se promulgó como el gran proyecto nacional al que se aspirada, luego del cataclismo que significó la Revolución Mexicana; la Bandera Nacional que es síntesis y símbolo de la identidad mexicana; y, sobre todo, la campana que llamó en 1810 a que todo un pueblo se levantara en armas para demandas su libertad, su independencia y su soberanía.
Quien esto escribe recuerda que tuvo la oportunidad ese día de compartir con el público la declamación de un poema y la memoria de la Plaza Cívica llena de gente, el camión militar con la plataforma que trasladaba los objetos, los propios símbolos nacionales, pero muy en especial la presencia siempre gallarda de los soldados, quedaron en mi memoria fijos de manera permanente. A casi cuarenta años de distancia, sigo evocando ese acontecimiento como uno de lo que quedaron grabados en mi mente con más profundidad.
Hace poco se volvió a hablar del valor del civismo, de rescatar íntegramente el sentido de lo mexicano, incluso de retomar a la moral como elemento central de nuestra conducción social. No es una idea mala, siempre que no se le contamine con la manipulación y el pragmatismo político o la mera conveniencia electoral.
Las y los mexicanos necesitamos conocernos para entendernos; requerimos reconcentrarnos para valorarnos y, ante todo, necesitamos comprendernos para proyectarnos. México es una gran nación que merece tener pobladores que conozcan su historia, que valoren su cultura y que trabajen por el engrandecimiento general.
¡Caminemos Juntos!